¿Eres consciente de lo que tu cuerpo dice cuando hablas en público?

Cuando hablamos de comunicación oral, solemos pensar en las palabras, en el significado que estas comunican. Sin embargo, una parte esencial del mensaje que transmitimos no se dice: se muestra.

¿Qué quiero decir con esto? Lo siguiente: tus gestos, miradas, postura e incluso la forma en que te vistes, hablan por ti. Muchas veces, incluso, antes de que pronuncies una sola palabra. 

Lo que haces con tu cuerpo —es decir, tu comunicación no verbal— no solo refuerza el sentido de tus palabras, sino que además expresa emociones, revela intenciones y refuerza (o debilita) tu credibilidad.

Un lenguaje corporal bien gestionado y alineado con lo que dices puede dar solidez al discurso, aumentar tu autoridad y generar confianza en el público. Por el contrario, un cuerpo tenso, contradictorio o fuera de control, envía las señales equivocadas y puede sabotear incluso una presentación con un gran contenido, restándole impacto y claridad.

Y es que, cuando existe discrepancias entre las palabras y lo que expresa el cuerpo, la mayoría de las personas tienden a creer más en lo que ven que en lo que oyen.

Por esto, en oratoria, entender y manejar adecuadamente el lenguaje corporal no es accesorio, es fundamental. Y este es precisamente el tema de este post.

A continuación, conocerás los principales elementos que entran en juego cuando tu cuerpo también se convierte en herramienta de comunicación. Vamos ahí.

ELEMENTOS DEL LENGUAJE CORPORAL

Se suele hablar del lenguaje corporal como un concepto global, pero en realidad está compuesto por distintos elementos que conviene conocer por separado. Cada parte del cuerpo aporta matices que enriquecen —o, si no los controlamos, distorsionan— nuestro mensaje.

Ojos.– Los ojos desempeñan un papel clave en la comunicación no verbal. Pueden indicar una variedad de emociones, incluidas hostilidad, interés y atracción. Especialmente relevante para la comunicación es el contacto visual con el interlocutor o la audiencia. Evitar la mirada puede generar sospechas o transmitir nerviosismo, mientras que mirar de forma directa —sin incomodar, claro— suele interpretarse como señal de honestidad y seguridad.

Rostro.- Nuestro rostro es responsable de una gran parte de la comunicación no verbal. Las expresiones faciales son el termómetro más claro de las emociones que sentimos. A través de las expresiones faciales comunicamos, sin palabras, alegría, sorpresa, tristeza, miedo, ira, asco y desprecio.

Una simple sonrisa puede suavizar una conversación; un ceño fruncido, en cambio, puede cambiar por completo el tono de un intercambio de palabras.  

Manos.- Las manos tienen un poder comunicacional tremendo, al punto incluso de que existen lenguajes de señas que dependen de las manos. En oratoria, usarlas adecuadamente ayuda a ilustrar ideas y dar fuerza a lo que decimos. Y lo mejor: son uno de los elementos sobre los que más control consciente podemos ejercer.

Cuerpo.- Nuestra postura corporal y cómo nos movemos sobre el escenario también envían mensajes. Una posición abierta invita a la cercanía; una actitud rígida o cerrada puede crear distancia. Además, moverse con propósito, en lugar de deambular sin rumbo o repetir tics nerviosos, ayuda a mantener la atención del público y refuerza tu credibilidad como orador.

Look o apariencia física.- Tu apariencia física es tu carta de presentación silenciosa.  La vestimenta que utilizas, los accesorios, incluso el peinado, generan impresiones en los demás que influyen en cómo se recibe nuestro mensaje. Aunque no lo queramos, el público suele juzgar en segundos, y un aspecto descuidado puede restar autoridad o conexión. Vestir acorde a la ocasión transmite respeto y preparación, cualidades clave para una comunicación efectiva.

IDEAS FINALES

Ser un buen orador no depende solo de lo que dices, sino de cómo lo dices a través de la voz y, muy importante, lo que nos ha ocupado en este post: lo que haces con tu cuerpo cuando lo dices. 

El cuerpo tiene su propio lenguaje, y cuando éste acompaña y potencia las palabras, el impacto del mensaje se multiplica.

¿La clave para lograrlo? Primero, tomar conciencia de lo que haces con tu cuerpo cuando hablas en público. Segundo, aprender técnicas para mejorar. Y tercero, ensayar para cada presentación. 

Con autoconocimiento, técnica y práctica, el lenguaje no verbal se convierte en un aliado poderoso.

Ahora que has tomado conciencia de la importancia de cuerpo al hablar en público, si quieres conocer recursos, trucos o estrategias prácticas para pulir este aspecto de tu oratoria, no dudes en escribirme. Estaré encantado de ayudarte a comunicar con todo tu cuerpo.