¿Hablas rápido cuando comunicas en público? Piénsalo dos veces, pero despacio
¿Eres de los que aceleran el ritmo cuando hablas en público, sobre todo en presentaciones online? Si es así, lo que sigue a continuación te interesará.
Hace unos días atrás, asistí a un directo de Linkedin de un especialista en temas laborales, que hablaba sobre las habilidades blandas, las famosas soft skills, dentro de las que está el hablar en público.
Me encontré con algo que es cada vez más usual en comunicaciones digitales. Aquél hombre hablaba a 100 por hora. Era una auténtica metralleta de palabras.
Y aunque claramente era un experto en el tema y lo que decía era interesante, no fui capaz de seguir el agobiante ritmo con que comunicaba.
Sólo pude digerir mentalmente la mitad de lo que dijo. Si eso. Y finalmente, antes de que terminase, por fatiga, decidí desconectar.
Yo no sé si ese profesional comunicaba tan rápido deliberadamente. Y si era así, claramente es una estrategia de entrega equivocada.
Porque si a mí me resultó agotador, que estoy acostumbrado a trabajar con las palabras, no quiero ni imaginar qué sentían otros espectadores.
Siempre ten en cuenta lo siguiente: las personas necesitamos tiempo para poder procesar las palabras que escuchamos.
Cuando el orador u oradora nos atropella el pensamiento con su discurso, o bien dejamos de reflexionar para poder seguir escuchando, o bien dejamos de escuchar para poder reflexionar. En ambos casos, esto perjudica los objetivos del comunicador.
Por tanto, cuando comunicas en público, hablar rápidamente no es una ventaja, es una desventaja. Y por eso te conviene evitarlo.
Lo curioso del caso es que muchos comunicadores, tanto presencial pero sobre todo en el ámbito digital, hablan mucho más rápidamente cuando comunican en público, que cuando habla en su día a día.
Mi experiencia me dice que muchas veces es por nervios o inseguridad. Pero actualmente veo que, además, se ha convertido en una tendencia, sobre todo entre la gente que produce contenidos digitales.
Probablemente porque quieren captar la atención de la audiencia rápidamente. Y piensan que hablando rápidamente lo van a lograr. Que van a evitar las muletillas al hablar. Que así van a ser más amenos.
Igualan fluidez con rapidez.
Es un error. ❌
Hablar rápidamente y hablar fluidamente son dos cosas distintas.
La fluidez consiste en mantener un buen ritmo en la comunicación, con cambios de dinámicas. Estamos hablando de entre 130 y 160 palabras por minuto.
La fluidez te ayuda a:
- mantener la atención de la audiencia.
- hace que sea más fácil de entender lo que dices.
- te hace ver como alguien en control de la situación y seguro de ti mismo.
Sin duda, muchos beneficios.
Pero hablar rápido es otra cosa. Sería el caso de quienes pronuncian por sobre 160 palabras por minuto.
Eso no es fluidez. Esa es una carrera de velocidad. Todo rápido. Todo plano. Sin dinámica y sin tiempo para que la audiencia pueda procesar lo que dices.
Y esto, de hecho, produce el efecto contrario de la fluidez. Porque cuando disparas palabras:
- la audiencia se fatiga.
- se le dificulta asimilar lo que dices.
- y, por último, tú como orador pierdes credibilidad porque te ves nervioso y fuera de control.
Así que ya lo sabes, cuando comuniques en público, tanto en presencial como en online, busca la fluidez, no la rapidez.
Si tienes una tendencia natural a hablar rápidamente, no te sugiero que cambies por completo tu estilo de comunicar. Pero sí que puedes ajustarlo para ganar eficacia cuando presentes en público.
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Este artículo ha sido escrito por JC Durán como un aporte al conocimiento y divulgación de las buenas prácticas de la oratoria y el hablar en público.
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