Qué es la falacia del falso dilema y sus usos retóricos
Empiezo la explicación de la falacia de hoy recordando un episodio de mi cada vez más lejana adolescencia, ya que me parece un ejemplo claro de lo que es una falacia de falso dilema.
El caso es que a uno de mis amigos de clase le llamábamos “el pescao”. Un día de esos, el pescao, harto de ser llamado así, nos plantó cara y dijo “No me llaméis más pescao”. Un otro compañero, el bromista del grupo le espetó: “Está bien. Entendido. ¿Cómo prefieres que te digamos entonces: pescao o sífilis? Tú decides”. Ocurrencia aquella que provocó una gran risotada de todos los amigotes presentes, salvo, claro, del pobre pescao. En fin los adolescentes… ya se sabe cómo pueden ser.
Lo que aquí nos interesa es que puedes encontrar falsos dilemas, con la misma estructura que el anterior, en multitud de debates y discusiones, tanto escritos como orales y en diversos ámbitos.
Y a pesar de lo burda que pueda parecer la estrategia del falso dilema, se trata de una de las falacias argumentativas más extendida y utilizada. Su uso resulta extraordinariamente persuasivo. Y todos somos muy propensos a caer en ellas.
Por ello, resulta de gran utilidad saber identificar sus límites y sus efectos, ya que el conocimiento es el mejor camino para evitar ser manipulados.
QUÉ ES LA FALACIA DEL FALSO DILEMA
Para entender qué es un falso dilema, primero debemos entender qué es un dilema. Presta atención porque lo que viene a continuación es interesante.
Un dilema es una situación en que debes elegir entre dos opciones que se excluyen mutuamente. Por ejemplo, si afirmo que acabados los estudios universitarios puedo hacer un master en lógica o no hacerlo, ambas alternativas se excluyen entre sí y descartan otras alternativas. No pueden ser ambas veraces ni ambas falsas. O bien hago el master, o bien no lo hago. Tengo que elegir o una u otra opción. No hay más alternativa desde un punto de vista lógico.
Bien, y entonces ¿qué es un falso dilema? Es un argumento presentado como si fuese un dilema, pero que en realidad, a poco que lo revisemos, no debería ser presentado como tal. Es por tanto un falso dilema. Ahondemos un poco.
El falso dilema tergiversa una cuestión al presentar sólo dos opciones, que son mutuamente excluyentes, como si fueran las únicas posibles, cuando en realidad existen otras opciones disponibles.
Esta es la razón por la que la falacia del falso dilema a veces se denomina también como “falacia de lo uno o lo otro”.
En el ejemplo de mi amigo el pescao, existían muchas más opciones más allá de llamarlo pescao o sífilis. Por ejemplo, la más obvia, simplemente llamarlo por su nombre de pila: Pablo.
Desde un punto de vista argumentativo, el falso dilema reduce un escenario complejo, con múltiples opciones y potenciales resultados, a una situación binaria y simplista, presentando a menudo una opción como la única “buena” opción. He ahí el error en la argumentación.
Los falsos dilemas a menudo se presentan en los procesos de razonamiento interno de las personas, cuando malinterpretan situaciones.
También se utilizan con frecuencia de manera intencionada con fines retóricos como, por ejemplo, simplificar excesivamente situaciones complejas, convirtiéndolas en dicotomías engañosas o formular problemas de una manera que presione a las personas a aceptar una determinada postura, como veremos más adelante.
EJEMPLOS DE FALACIA DE FALSO DILEMA
La falacia del falso dilema es un clásico en política. Los argumentos varían, pero la lógica es la misma: Que una situación puede ser de un modo o de otro, pero únicamente de esas dos formas, cuando, en realidad, podría ser de muchas otras (que no son del interés del orador).
Un ejemplo claro:
“O estás con nosotros o estás con los terroristas.” (El presidente George W. Bush en su discurso ante el Congreso de los Estados Unidos en 2001).
Muchas veces los falsos dilemas se combinan con otras falacias lógicas, como el argumento del hombre de paja, que implica tergiversar un punto de vista opuesto. Un ejemplo común de esto es cuando las personas exageran las características de los dos lados en una falsa dicotomía, para que su lado favorecido parezca más positivo y el lado opuesto parezca más negativo.
USOS DE LA FALACIA DEL DILEMA FALSO
Lanzamos un falso dilema, cuando buscamos a través de la simplificación extrema, derivar el objeto de discusión a un terreno ventajoso para nosotros.
Al simplificar la cuestión y poner dos opciones de las cuales una es la deseable, hacemos aparentar que el otro toma una decisión libremente, cuando en realidad ya la hemos tomado por él, al mutilar el rango de opciones disponibles, en función de nuestros intereses.
Podemos utilizarla para:
- Inducir a tomar una decisión en la dirección que nos interesa.
- Direccionar la atención hacia nuestra propuesta.
- Explicar decisiones controvertidas.
- Provocar la reflexión en torno a un tema.
- Simplificar un tema.
Siempre debes considerar que el uso de un falso dilema puede resultar contraproducente. Puede alienar a personas o audiencia que reconocen la complejidad de un tema y prefieren discusiones matizadas.
Además, pueden hacerte ver como alguien manipulador. Por eso si bien pueden ser eficaces en contextos específicos, deben utilizarse con prudencia.
CÓMO RESPONDER ANTE UN FALSO DILEMA
Lo primero es reconocer que estamos ante una falacia de falso dilema.
Cuando presentan un asunto en términos de A o B, házte las siguientes preguntas: ¿Existe otra opción?¿Están tratando de convencerme de que haga algo ofreciéndome una opción falsa? ¿Tomar esta decisión es lo mejor para mí, o para el otro?
Si identificas el falso dilema procede a explicar por qué lo es. Puedes hacerlo básicamente de tres formas:
a) explicar por qué ambas premisas no se excluyen mutuamente, pudiendo ser ambas posibles;
b) explicar que las 2 opciones nombradas no agotan las posibilidades, indicando otra u otras opciones.
c) explicar que una de las premisas no se corresponde con la realidad.
Ojo con lo siguiente: no todos los dilemas son falsos dilemas. En algunos casos, un dilema o una dicotomía pueden ser completamente válidos. No debes asumir automáticamente que cada dilema que se encuentre es falaz.
IDEAS FINALES
Un dilema falso puede inducirte a tener una visión poco realista del escenario que se presenta. Te impide considerar cuidadosamente el tema en cuestión y llegar a tus propias conclusiones al respecto.
A pesar de lo burda que pueda parecer la estrategia del falso dilema, se trata de una de las falacias más extendida y utilizada. Y todos somos muy propensos a caer en los falsos dilemas.
Los típicos pensamientos y frases: O eres mi amigo, o eres mi enemigo. O nunca dices una mentira o eres un mentiroso. O me amas de la forma que yo quiero que me ames, o sencillamente no me amas.
¿Por qué? Porque la realidad llevada a esa polaridad es más digerible. El problema es que la vida real no es así. Pocas cosas son o blanco o negro. Además de una infinidad de matices en cada situación, también es habitual que haya ambigüedad, sin que esto constituya una contradicción como tal.
Las consecuencias de sucumbir a un falso dilema en los procesos de toma de decisiones, puede llevar a la aceptación de un argumentos extremos, pasando por alto otras opciones válidas, lo que limita el pensamiento crítico y la creatividad.
Afortunadamente, de ahora en adelante, eso ya no te ocurrirá, porque o bien identificarás los falsos dilemas o los anularás. ¿O no?.
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Este artículo ha sido escrito por JC Durán como un aporte al conocimiento y divulgación de las buenas prácticas de la oratoria y el hablar en público.
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