¿Cómo improvisar con éxito cuando hablas en público?
Hace unas semanas atrás ofrecí un taller sobre cómo comunicar en público improvisando.
Es decir, cómo articular ideas de manera espontánea, ante una audiencia, de manera tal que se entiendan con claridad y sean persuasivas.
Sin duda, se trata de una habilidad muy útil en la vida. Y por tanto, que vale la pena desarrollar.
Piénsalo. Si bien es cierto que las presentaciones en público formales, en las que trabajamos de antemano nuestros contenidos, suelen ser muy relevantes, suelen ser también contadas en número.
En cambio, las situaciones en que nos toca improvisar una respuesta, sin haber tenido la oportunidad de preparar el contenido con anticipación, ni memorizar una presentación en público como tal, son mucho más numerosas.
Y muchas veces pueden dar lugar a consecuencias relevantes. Cosas importantes pueden depender de que salgamos o no airosos de la situación y sepamos exponer con contundencia nuestra idea o punto de vista. Ocurre en el trabajo, en la familia o en nuestro círculo social. Todo el tiempo.
El hecho es que la capacidad de improvisar con éxito en este tipo de intervenciones es algo que a la mayoría de las personas les parece casi una misión imposible.
¿Por qué?
Una de las asistentes al taller lo explicó con sencillez y gran claridad: “cuando tengo que explicar una idea de manera improvisada, no se por dónde empezar, cómo continuar, ni cuándo terminar”.
Tal cual. Es lo que sienten la mayoría de las personas.
¿El resultado? Lanzan una retahíla de frases, sin foco, orden ni claridad. Y en lugar de aumentar su credibilidad y prestigio personal, los disminuyen. Palabra a palabra, frase a frase. (Se ve que hoy me levanté retórico).
Bien, pero ¿cómo podemos resolver este problema?
Existen varias técnicas.
Una de ellas es utilizar estructuras.
O mejor dicho, emplear una estructura de argumentación predeterminada, independientemente del tema que toques.
Piénsalo de la siguiente manera. Tener una estructura predeterminada, es como tener una cajonera con un diseño familiar. Vas rellenando los distintos cajones con tus contenidos. Ya sabes qué va en cada cajón. Y una vez que tienes un cajón completo, pasas al siguiente y luego al siguiente, hasta acabar.
Esto te facilita enormemente organizar tus contenidos y exponerlos de una manera ordenada.
Un ejemplo de estructura muy usual, que seguramente te sonará familiar: Problema/solución/llamado a la acción.
Ahora bien, está más claro que agüita de rocío que este es el concepto de partida. Luego, como toda habilidad, tienes que practicarla. Ejercitar tu capacidad de estructurar sobre la marcha. Una y otra vez hasta que te sientas cómodo o cómoda y te salga sin padecer.
La práctica es el peaje obligatorio de la elocuencia.
Ya lo sabes, para poder improvisar con foco, orden y claridad, apela a estructuras.
Si te interesa saber más sobre como mejorar tus habilidades de hablar en público espontáneamente, ponte en contacto conmigo.
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