Memorizar o no tu presentación: he ahí el dilema
“Juan Carlos, ¿tengo que memorizar mi presentación para poder darla con seguridad y fluidez?”
Es una pregunta recurrente en mis talleres de hablar en público y durante mis sesiones de coaching.
Suelo responder que la regla de oro a la hora de comunicar es que no existen reglas indiscutibles. Distintas personas tienen distintas maneras y métodos. Si a ti te funciona memorizar, y estás contento con los resultados, adelante.
De hecho, años atrás, yo memorizaba, puntos y comas incluidos. Pero ya no. ¿Por qué?Porque cuando lo hacía, ocurrían cosas que disminuían el impacto de mis presentaciones. Más adelante te explico cuáles eran.
Por eso mi recomendación general es que, si no eres un orador experimentado o profesional, evita memorizar.
Porque a pesar de que puede darte esa sensación de seguridad sobre el contenido y permitirte ser “fluido” en tu exposición, también puede provocar efectos colaterales que afecten negativamente tu comunicación.
¿Cuáles son estos efectos colaterales?
a) Cuando memorizas, corres más peligro de quedarte en blanco. Si te falta una palabra u oración, puede tomarte varios segundos poder retomar el hilo. Y no es una posibilidad remota, sino que, de hecho, ocurre a menudo.
b) Parecer falto de convicción. Tan importante como expresarte con fluidez es expresar entusiasmo y pasión por lo que dices. Puede ser difícil añadir esos elementos a algo que has memorizado.
c) Estar ausente de tu presentación. Cuando estás recitando tu presentación, tu cerebro está ocupado recuperando esa información. Estás centrado en ti mismo y tus procesos mentales, en lugar de enfocarte en la audiencia y en sus reacciones para poder ajustar la comunicación a lo que realmente está ocurriendo en el momento.
d) Historias sin gracia. Cuando recitas contenidos, y en particular al contar las historias, no muestras las emociones de la misma manera que si las narras de una manera más espontánea. Recuerda que uno de los objetivos principales del storytelling es suscitar emociones en la audiencia y eso lo logras en gran medida a partir de tus propias emociones expresadas a través del lenguaje no verbal. Y para lograrlo es mejor revivir lo que ocurrió en lugar de repetirlo de memoria.
e) Sonar artificial y grandilocuente. Cuando memorizas una presentación, primero tienes que guionizar, es decir escribir el guión de lo que vas a memorizar. Estos guiones los solemos escribir según las normas de estilo del lenguaje escrito: con sintaxis compleja y palabras precisas, elegantes, “palabras de domingo”, como las llamaba mi abuela. El lenguaje oral, por otra parte, recurre a estructuras simples y palabras sencillas, del día a día. Por tanto, cuando repites oralmente un guión escrito, vas contracorriente del estilo del lenguaje oral y corres el riesgo de sonar ampuloso y poco natural.
Como decía al inicio, cada cual debe encontrar la forma de preparar sus presentaciones con la que se sienta más a gusto. Espero que esta reflexión te ayude a responder al dilema de memorizar o no tu presentación.
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