Memorizar o no tu presentación: he ahí el dilema
“Juan Carlos, ¿tengo que memorizar mi presentación para poder darla con seguridad y fluidez?”
Es una pregunta recurrente en mis talleres de oratoria. Una pregunta que se hace toda persona que quiere aprender a comunicar en público con impacto, o mejorar las habilidades que ya tiene.
La respuesta corta a esa pregunta es que no.
No hace falta que memorices tu presentación para ser fluido y comunicar con seguridad.
¿Quiero decir con esto que no tienes que memorizar tus presentaciones en ningún caso?
No, no quiero decir esto.
Porque si existe una regla de oro a la hora de comunicar en público es que no existen reglas indiscutibles ni infalibles.
Al final del día debes hacer lo que te de los mejores resultados, lo que mejor te funcione a ti.
Si fruto de tu experiencia has llegado a la conclusión de que memorizar es lo que mejor te funciona, y estás contento con los resultados, adelante. Memoriza.
De hecho, años atrás, yo memorizaba, puntos y comas incluidos. Y lo sigo haciendo a día de hoy para casos puntuales, pero mucho menos que antes.
¿Por qué?
Porque si memorizas un guión, vas a tener que dedicarle bastantes horas de trabajo al proceso de memorización y ensayo de la presentación.
Y ya se sabe que el tiempo es el más escaso de los recursos, sobre todo en el ámbito profesional.
Y, por otra parte, para que te salga bien una presentación que has memorizado, es decir con fluidez y naturalidad, hay que tener ya una cierta experiencia hablando en público.
Si no es el caso, es decir, si no cuentas con el tiempo suficiente para empollar la presentación, ni tampoco las tablas suficientes como para que cuando estás recuperando el contenido de tu memoria no suene artificial, repetir de memoria entraña peligros que pueden llegar a disminuir de una manera importante el impacto de tus presentaciones.
¿Cuáles son estos peligros?
💀 Cuando memorizas, corres el riesgo de quedarte en blanco.
Si te falta una palabra u oración, puede tomarte varios segundos poder retomar el hilo. Y no es una posibilidad remota, sino que, de hecho, ocurre a menudo.
💀 Puedes parecer falto de convicción.
Tan importante como expresarte con fluidez es expresar entusiasmo y pasión por lo que dices. Puede ser difícil añadir emoción a algo que has memorizado.
💀 Puedes desconectar del momento y de la audiencia.
Cuando estás recitando tu presentación, tu cerebro está ocupado recuperando esa información. Estás centrado en ti mismo y tus procesos mentales, en lugar de enfocarte en la audiencia y en sus reacciones para poder ajustar la comunicación a lo que realmente está ocurriendo en el momento.
💀 Perder naturalidad
Muchas personas suenan poco naturales, como “robóticas” cuando dan una presentación que han memorizado. Esto provoca extrañeza en la audiencia y atenta contra el dinamismo y la naturalidad de la comunicación.
💀 Contar historias sin gracia.
Cuando recitas contenidos, y en particular al contar las historias, no muestras las emociones de la misma manera que si las narras de una manera más espontánea. Recuerda que uno de los objetivos principales del storytelling en presentaciones en público es suscitar emociones en la audiencia y eso lo logras en gran medida a partir de tus propias emociones expresadas a través del lenguaje no verbal. Y para lograrlo es mejor relatar lo que ocurrió con cierta espontaneidad, en lugar de repetirlo de memoria.
💀 Sonar artificial y grandilocuente.
Cuando memorizas una presentación, primero tienes que escribir el guión de lo que vas a memorizar. Estos guiones los solemos escribir según las normas de estilo del lenguaje escrito: con sintaxis compleja y palabras precisas y elegantes. El lenguaje oral, por otra parte, recurre a estructuras simples y palabras sencillas, del día a día. Cuando repites oralmente un guión escrito al pie de la letra, vas contracorriente del estilo del lenguaje oral y corres el riesgo de sonar ampuloso y poco natural.
Por todos los riesgos indicados, mi recomendación general es que evites memorizar tus presentaciones.
Aunque pueda darte una sensación de seguridad y, de hecho, ayudarte a evitar que titubees en tu exposición, cuando repites de memoria tus contenidos existen esos peligros que pueden restar impacto a tu presentación y disminuir tu conexión con la audiencia.
Ahora bien, ciertamente no recomiendo memorizar toda tu presentación. Pero sí que vale la pena aprender muy bien la apertura y cierre. Así muestras el mayor dominio posible en esos dos momentos críticos de toda comunicación, al empezar y al concluir.
Para el resto de tu contenido ten clara la estructura con tus puntos centrales y desarróllalos con naturalidad.
Nuevamente reitero que cada cual debe encontrar la forma de preparar sus presentaciones, con la que se sienta más a gusto.
Si te sientes mejor memorizando y consideras que los resultados que obtienes son buenos, adelante.
Si te cuesta mucho memorizar o directamente no tienes el tiempo ni las ganas de hacerlo, puedes ofrecer presentaciones de gran calidad, sin necesidad de recitar la presentación.
¿Quieres saber los detalles de cómo lograrlo? Ponte en contacto conmigo y veremos la mejor modalidad de un coaching de comunicación a la medida de tus objetivos y necesidades
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