La Antítesis retórica: expresividad y memorabilidad en tu discurso
Este post forma parte de una serie de artículos sobre las figuras retóricas y su uso en la oratoria. Para conocer más figuras pincha en el anterior enlace.
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Hoy voy a referirme a una figura retórica que con un pequeño esfuerzo reporta grandes beneficios: la Antítesis.
La palabra antitesis, proviene del griego y significa “contraposición”. Por eso, a esta figura a veces también se la llama sencillamente “contraste”, que, como verás más adelante, es precisamente el efecto buscado con su uso.
Es una figura muy usual en la novela y la poesía. Y aunque menos frecuente en la oratoria, tiene su lugar, sobre todo en discursos, por su poder de dotar de impacto y memorabilidad a las ideas, al tiempo que deleitar el oído de la audiencia.
¿Interesante? Continuemos.
QUÉ ES LA ANTÍTESIS Y PARA QUÉ SIRVE
La antítesis consiste en utilizar palabras con significados opuestos muy cerca unas de otras. Al presentar dos opuestos de manera conjunta, producimos un efecto de contraste que llama la atención de la audiencia sobre la idea o concepto expresado.
A menudo se presentan estas ideas opuestas en un paralelismo, es decir a través del uso repetido de una estructura gramatical (ABAB).
Se entenderá mejor con un ejemplo muy famoso:
“Es un paso pequeño (A) para un hombre (B), pero un salto gigantesco (A) para la humanidad (B)”. Neil Armstrong al aterrizar en la luna.
Se ve claramente la oposición entre paso pequeño y salto gigantesco, al igual que el paralelismo ABAB en la estructura.
La antitesis es una herramienta muy potente para enfatizar una idea. Lo hacemos añadiendo carga expresiva a una idea, lo que la hace más memorable.
Esto ocurre porque el contraste de dos ideas opuestas genera una tensión que sorprende y añade dramatismo, deleitando a la audiencia. Esa tensión llama la atención e invita a reflexionar con mayor profundidad para entender esa relación entre contrarios.
Por otra parte, colocar dos conceptos que contrastan juntos ayuda a la audiencia a definir y comprender ideas complejas.
Además, a través de la repetición de una estructura sintáctica, se añade ritmo y musicalidad al discurso.
A lo largo de la historia muchos oradores han apelado a la antitesis para hacer más memorables sus palabras. Algunos ejemplos, además del ya visto:
“Ser o no ser, esa es la cuestión” Shakespeare en Hamlet.
“La paciencia es amarga, pero sus frutos son dulces”. Jean Jacques Rousseau
DISTINTOS TIPOS DE ANTÍTESIS
Vamos a profundizar un poco en cuestiones de taxonomía, con un sentido práctico. Ello no van a ayudar a entender dos figuras retóricas muy socorridas en la oratoria y que se suelen considerar dentro del gran grupo de las antítesis: el quiasmo y la antimetabole.
QUIASMO
En su forma básica, el quiasmo implica tomar los conceptos clave de una frase, invertirlos y mostrar la frase invertida junto a la original. La característica es que se crea una frase paralela invirtiendo el orden de los términos. Es decir que un quiasmo siempre sigue una estructura ABBA. No es necesario que se usen exactamente las mismas palabras en ambas partes.
En un quiasmo los términos pueden relacionarse, bien por similitud de contenido, o por oposición. En este último caso nos encontramos con una antitesis.
Un ejemplo de quiasmo con similitud:
Una mascota (A) puede ayudarte con tus penas (B); la ansiedad (B) puede tratarse con un perro.
Esta es una forma efectiva de ampliar un concepto, ayudando a que las oraciones con quiasmo sean más memorables. En este caso no existe una oposición de términos, por lo que no estaríamos delante de una antitesis.
Otro ejemplo, esta vez con oposición de términos:
No podía aceptar(A) el final del día (B), pero cuando la noche(B) llegaba me resignaba (A).
ANTIMETABOLE O RETRUECANO
La figura retórica antimetabole, conocida en castellano como retruécano, es un tipo de quiasmo.
Consiste en invertir en una segunda parte de una oración, las palabras exactas utilizadas en la primera parte. En el proceso de cambiar su posición sintáctica entre sí, los términos cambian también su relación gramatical y conceptual.
Esta inversión genera una sensación de sorpresa y bucle lógico que nos obliga a analizar cuidadosamente la idea para entenderla.
Un ejemplo clásico en el campo de la oratoria es la famosa frase del presidente de los EE.UU. John F. Kennedy, pronunciada en el marco de su discurso de posesión presidencial de 1961: “no preguntes qué puede hacer tu país por ti, pregúntate qué puedes hacer tú por tu país”, refiriendo al servicio que deben prestar los ciudadanos.
Piensa si en lugar de la antimetabole previa Kennedy hubiese dicho: “No es momento de pensar egoístamente en qué es lo que nos debe dar nuestro país, mejor reflexionemos sobre las distintas maneras en que podemos aportar y servir para el desarrollo de la nación”.
La idea no habría tenido ni un veinteavo de la repercusión que tuvo y que sigue teniendo hasta el día de hoy.
Otras antimetaboles interesantes:
“Todos para uno y uno para todos”. Alejandro Dumas.
“Fallar en prepararte es prepararte para fallar”. Benjamin Franklin
“Un orador auténtico dice lo que cree y cree en lo que dice”. Juan Carlos Durán
CONCLUSIÓN
La antitesis es una figura retórica que requiere un poco más de reflexión en su aplicación. No obstante, el resultado puede añadir gran carga expresiva a tus palabras y fuerza persuasiva a tu argumento, por lo que los retornos del esfuerzo valen la pena.
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Este artículo ha sido escrito por JC Durán como un aporte al conocimiento y divulgación de las buenas prácticas de la oratoria y el hablar en público.
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