¿Miedo a hablar en público? No estás solo
“El cerebro humano empieza a funcionar cuando naces y no se detiene hasta que sales a hablar en público.”
Esta divertida frase del actor George Jessel, recoge una gran verdad de fondo. La mayoría de las personas sienten rechazo hacia la sola idea de hablar en público. Lo ven como una situación amenazante y desagradable que prefieren evitar.
Tan usual es esta sensación, que hasta nombre propio tiene: “glosofobia”. Según estudios la glosofobia es el miedo más extendido, después del miedo a la muerte y a las arañas. Como dice Jerry Seinfeld, hay personas que en un funeral preferirían estar dentro del cajón, que tener que dar el discurso panegírico.
Ahora me refiero a ello de manera relajada, hasta divertida. Lo cierto es que no es nada agradable. Y no necesito que nadie me lo cuente.
El primer recuerdo que tengo hablando en público está marcado por los nervios y el estrés. Bueno, en realidad no se trataba de hablar en público, sino más bien de leer en público. Tenía tan sólo 8 años. Participaba en un concurso de lectura infantil delante de profesores y padres de familia.
A pesar de mi corta edad, recuerdo bien las sensaciones del momento: corazón palpitante, acaloramiento, visión de túnel y lo peor, ganas desesperadas de ir al baño. Una descripción de manual del miedo a hablar en público.
Y así continué durante muchos años en mi vida. Siempre luchando con sensaciones desagradables al tomar la palabra en público.
Hasta que las cosas cambiaron. Me propuse convertirme en el mejor orador que podía ser. Y eso pasaba por dar respuesta a esa situación. Aprendí técnicas para gestionar mis emociones y acciones a la hora de comunicar en público. Funcionaron.
Ese aprendizaje, marcó un cambio enorme en el impacto de mi comunicación, tanto a un nivel interno como externo.
Internamente, porque ahora vivo la comunicación en público ya no como un martirio desagradable, sino como un desafío excitante.
Externamente, porque ese cambio emocional se manifiesta en cómo doy mis presentaciones. Y la audiencia lo nota. Te percibe como alguien más seguro y en control, es decir potencia tu credibilidad.
Así y todo, debo reconocer que aún a día de hoy siento nervios. ¿Por qué? Porque es la naturaleza humana. Tan simple como eso.
La gran diferencia es que ya no se trata de sensaciones que me bloquean o desequilibran. Ahora siento mariposas en el estómago; antes eran murciélagos, grandes, gordos y feos.
Ya no interpreto esos cambios fisiológicos como algo negativo e indeseable, sino como algo a mi favor, como un chute de adrenalina que utilizo para estimularme y dar lo mejor de mí mismo.
Y esto es algo que todos pueden aprender. Y créeme, va a marcar una enorme diferencia en tu impacto como orador u oradora, independientemente de tu nivel actual.
Otros posts que pueden interesarte
¿Qué es Toastmasters? Una opinión personal
- febrero 2, 2023
- por JuanCarlos
- en Recomendaciones Hablar en Público